viernes, 7 de diciembre de 2018

Torre y ermita de Don Severino

Este es el artículo que he podido publicar gracias a la Revista de la Sociedad venida de la Virgen y que trata sobre la torre y ermita de don Severino, en la Partida de Valverde, desgraciadamente ambas desaparecidas.






viernes, 14 de septiembre de 2018

EL ALTET DE HACE 140 AÑOS

Lo que seguidamente van a leer no es otra cosa que la transcripción literal de un artículo que apareció publicado en el diario El Constitucional, Diario Liberal de Alicante, el viernes 18 de octubre de 1878, por tanto hace 140 años.


En él se describen como fueron las fiestas en honor de San Francisco de Asís en El Altet, conteniendo todos los actos que se programaron. Está escrito en un inconfundible estilo decimonónico, radicando su importancia en que nos permite imaginar como transcurrieron aquellos días. No todas las partidas pueden presumir (yo diría que ninguna) de tener una crónica tan antigua y tan detallada de sus fiestas patronales. He de confesar que tengo envidia de ello.
Finalmente destacar el siguiente párrafo que todo lo resume: “Hay horas en la vida que no debieran tener fin, y las pasadas en el Alted deben ser unas de ellas. Seguro estoy de que aquellos felices ratos se han grabado con indelebles caracteres en el corazón”.



“FIESTAS EN EL ALTED

El sábado y domingo último, se celebraron en la partida rural del Alted término de Elche, las fiestas en honor a San Francisco de Asís patrón de aquella comarca, fueron costeadas por los cazadores de esta capital en unión de los vecinos de aquel caserío.
Difícil es poder describir la magnificencia de aquel acto; mi humilde pluma se resiste a tanta belleza, pero aunque sea en bosquejo, aunque sólo arranque de mi corazón sus impresiones, he de trazarlas con vivos colores sobre el papel, con objeto de reseñar siquiera sean sus culminantes cuadros.
Empezó la fiesta al contrario que la vida del mártir que nace en la tierra, y acaba en el cielo, ésta empezó a las cuatro de la tarde en la azulada bóveda, y terminó en el anchuroso valle en cuyas fértiles tierras se enclava el caserío del Alted. Al serpentino reflejo del relámpago, sustituía el horrísono estampido del trueno y al relámpago enlazábase cual diluvio de perlas menudas el torrente de la lluvia; más, todo pasó cual meteoro: más tarde se fue despejando de nubes el espacio, y asomó de nuevo Febo su luminosa cabellera.
Las fachadas de la ermita, de la casa de D. Rafael Bonmatí alcalde de la partida y otras de particulares ostentaban infinidad de banderas, escudos, gallardetes, arcos de palmas y profusión de luces. En lo alto y centro del sitio dispuesto para el teatro se colocó un bonito trofeo con los atributos de caza. Desde la casa del alcalde, punto de parada de los Sres. Baeza, canónigo de la Colegiata de San Nicolás, Urios, teniente cura del mismo, y Brotons capellán de los presos pobres de esta cárcel, a la ermita se construyó una ancha alameda adornada con gallardetes. En el semblante de aquellos hijos del trabajo, se pintaba la satisfacción, el orgullo, la alegría.
A las seis de la tarde del sábado una brillante banda de música que dirigía en inteligente profesor D. José Charques dejó oír sus armoniosos acordes por aquel vasto recinto, mientras que por otro lado sonaba con su aguda voz la chirimía acompañada de su infatigable compañero el tabalet. Al son de este alegre contraste, el crespúsculo vespertino tendió su negro manto y apagó con él, las metálicas voces: pero cual no sería el general asombro al percibir que resonaba en nuestros oídos el popular paso doble Los Cadetes ejecutado por la música, el lejano canto de voces humanas. Por otra vereda y con dirección al teatro donde ya había un gentío inmenso, se dirigían los coristas de esta capital entonando, como ellos saben hacerlo, del segundo acto de la ópera Hernani; ¡imposible de describir el buen efecto que producían! ¡qué precisión! ¡qué bien combinadas las voces! ¡qué esmera en la armonía!. Llegué a creer por un instante que soñaba, o leía uno de los fantásticos cuentos de la Mil y una noches.


Ante una concordancia inmensa, se dio principio a la función teatral, consistente en cuadros disolventes, y juegos de prestidigitación y escamoteo, ejecutados por un aficionado de esta capital. Amenizó los entreactos la banda de música, y se elevaron durante estos algunos globos aerostáticos. La función terminó á las doce de la noche con le elevación de una gran palmera de cohetes.
Llegó el domingo, y al son de Diana se fue animando de nuevo la partida. Por esta vereda cruzaban grupos de modestas al par que encantadoras y bonitas campesinas; por aquel camino, con infatigable paso caminaban los jóvenes en busca de otras niñas, ora con objeto de comprometerlas para los bailes, ora por tener la dicha de admirar su belleza, y de esta manera y en continua animación llegó la hora del sacrificio de la misa. Antes de dar principio a este religioso acto, una comisión acompañada por las niñas y niños de las escuelas de la partida, seguidos de la mano de sus preceptores, y llevando palmas blancas, símbolo de su pureza e inocencia, fueron por los ministros del señor para acompañarles al santuario, donde se venera la sagrada efigie de San Francisco. Empezó esta cívica procesión por la chirimía y tabalet, seguían a estos los párvulos, á continuación los señores curas, el alcalde, los cazadores de Alicante, y un numeroso público de los habitantes de la partida, y cerraba la comitiva la banda de música mencionada ya anteriormente.

La nave de la ermita perfectamente adornada, se presentó a nuestra vista atestada de gente, hasta el punto de tener que colocar su púlpito  provisional á la entrada de la nave con objeto de que pudiera oir la oración la apiñada concurrencia que por falta de lugar se agrupaba á la puerta: poco tiempo después llegaba la comisión se principio al acto. La misa de don Hilarión Eslava, fue la escogida para orar al santo patrón, cuya misa fue magistralmente ejecutada por los músicos de la capilla y coristas de esta capital.
El canónigo Sr. D. José Baeza fue el encargado de pronunciar la oración, por cierto que tuvimos una vez mas motivo para apreciar las relevantes dotes oratorios que posee.  ¡Con qué asombro relataba a sus oyentes las galas de la fiesta! ¡Con qué visos de verdad contrita reseñaba la historia y martirizada vida de San Francisco de Asís! ¡Con qué mansedumbre evangélica ponía en relieve las palabras de aquel santo varón, y con qué humildad, con qué cariño, pedía a todos que imitasen su ejemplo!. Alicante de estar enorgullecido por tener hijos como el Sr. Baeza, que por su elevado talento, es digno de figurar entre los que ocupan ya las doradas páginas de la historia.
Al empezar y terminar la misa se dispararon morteretes, así como al alzar al son de la marcha real, se hicieron las mismas descargas.
Un acto religioso a la par que humanitario, tuvo efecto después de terminada la misa. En una casa inmediata al santuario, yacía una mujer enferma y hubo que administrarle los sacramentos. Salió S. D. M. de la ermita acompañada de los señores curas, encargándose de este religioso acto el que precede a la partida, alumbrando los señores D. Juan J. Carratalá, D. Juan Javaloyes, registrador de la propiedad de esta capital, y otros á quienes sentimos no recordar, infinidad de vecinos y forasteros acompañaban al viático, al compas de una bonita marcha ejecutada por la banda de música; imposible es relatar aquel conmovedor cuadro; en medio del campo en el que al paso del comulgar se veían arrodillados por los ribazos, lomas, veredas y caminos, así como á las puertas de lejanas casas de campo, los hijos de aquella comarca, rindiendo tributo y respeto al autor de la gran naturaleza. Terminado este sagrado incidente, y condoliéndonos por la pobre enferma, volvemos á ocuparnos otra vez del objeto de esta revista es decir de la fiesta.
La misma comisión, con los niños, acompañó de nuevo á los señores curas y una vez en la casa, se obsequió á estos con dulces y refresco. Los profesores de instrucción primaria de aquel distrito merecen el beneplácito de los concurrentes, por la buena disciplina é ilustración que se nota entre sus discípulos. Se esparcieron en grupos todas las gentes que poco antes se apiñaban en la ermita y estos grupos se fueron repartiendo en familias, con objeto de entregarse á los dulces placeres que proporciona la mesa.
En la casa llamada de Morant, se reunieron muchos de los convidados á la fiesta, músicos, coristas y cazadores. El tradicional gazpacho, seguido del popular pero sabroso arroz con pollo, fue el encargo de abrir la sesión: durante este debate reinó la alegría más completa, salpicando el acto, felices ocurrencias del auditorio y chistosos brindis, todos parecidos al siguiente pronunciado por uno de los cazadores:

Si me prestan atención
Y el tiempo no mueve cisco
Brindaré con devoción
Por el patrón San Francisco.

Te lo pido de rodillas
Que vengan días felices,
Y entren por esas orillas
Á miles las codornices.

Que tenga buena cosecha
El honrado labrador,
Y nos verás en la brecha
Cazando con gran ardor.

Y como tendrá dinero,
La partida del Alted
Para el año venidero,
Misa, sermó y tabalet.

Los bravos, aplausos, vivas y demás muestras de aprobación por parte de todos se confundían con la gritería y algazara, y de esta misma manera terminaron aquellas felices horas que debieran ser eternas. Escenas parecidas á estas tenían lugar en la casa de Crespo y otras.
Reunidas en tropel junto á la ermita se veían las hijas del Alted con sus pañuelos de pintados colores, y sus rostros alegres como la fiesta, al lado de simpática señoritas de esta capital. Los vecinos de aquel término alternaban cariñosamente con los cazadores y demás convidados. Allá bailaban unos, acullá corrían á coger los pollos, otros frente a la ermita se vendaban los ojos para romper una piñata llena de dulces, otros se entregaban a comprar a sus amadas confites y otras mil chucherías del porrats allí colocado, y la música del tabalet y la chirimía alternaban el espacio.

La fiesta terminó disparándose un bonito castillo de fuegos artificiales, construido por Vicente Vezá, pirotécnico de San Juan, terminado con general aplauso de todos. Desfilaron entonando alegres cánticos los convidados en busca de sus viviendas. Hay horas en la vida que no debieran tener fin, y las pasadas en el Alted deben ser unas de ellas. Seguro estoy de que aquellos felices ratos se han grabado con indelebles caracteres en el corazón de los concurrentes, y todos desean que el próximo sea fecundo en lluvias para poder ofrecer tan brillante acto á los vecinos y convidados, en honor al patrón de la comarca San Francisco de Asís.
P. B. y B.”



jueves, 14 de julio de 2016

El Conde de Torrellano

Este año se cumplen los 300 años desde la concesión por el emperador Carlos VI del título de Conde de Torrellano a don Juan Vaillo de Llanos. Obtenerlo no le fue nada fácil, para ello tuvo que involucrarse en una cruenta guerra que le costó su patrimonio y un frio exilio. El presente artículo pretende aportar algo de luz sobre las vicisitudes y vivencias aquel primer Conde de Torrellano.


Para entender su destino hay que recordar el origen y el discurrir histórico de su linaje. En un principio se apellidaban Ruiz de Llanos, pero eran conocidos como simplemente Llanos. Así tenemos como en el archivo de Santa María de Elche se conserva el árbol genealógico de la familia donde el primer miembro que aparece es Martín Ruiz de Llanos, de origen burgalés. El apellido cambió con el enlace de Juan Alonso Vaillo, natural de Cebolleros, jurisdicción de Frías (Burgos), con María de Llanos, y es en este momento cuando sus descendientes comienzan a apellidarse Vaillo de Llanos, obteniendo la hidalguía de sangre en el Reino de Valencia en el año 1587.

Llegaron a Elche en algún momento del siglo XVI, ocupándose de la administración municipal, lo que les permitió obtener diversos privilegios militares y la condición de caballeros. Pronto se emparentaron con las grandes familias ilicitanas mediante una serie de matrimonios. Eran tiempos en que las prioridades estaban claras, poco importaban los individuos, lo más importante era engrandecer el linaje.
En 1618 Pedro Vaillo de Llanos creó un mayorazgo o vínculo que consistía en unir para siempre el patrimonio familiar y que de esta forma no se pudiese fraccionar ni vender jamás. Juan Vaillo de Llanos y Ferrer nace en Alicante en el año 1688 y por sus derechos sucesorios hereda el vínculo fundado por su tatarabuelo, que previamente fue ampliado en 1639 por Tomás de Llanos.
En 1700 muere sin descendencia el rey Carlos II y España se encuentra con dos pretendientes al trono para sucederle, uno era el francés Felipe de Borbón (futuro Felipe V) y el otro el Archiduque Carlos de Austria (futuro Carlos VI del Sacro Imperio), iniciándose la guerra de sucesión.
Gran parte de los Vaillo de Llanos, como otras muchas familias de Elche, apoyaron al archiduque Carlos de Austria, pensando en que éste era la mejor opción para defender sus intereses familiares.
No está muy clara la motivación de tal decisión pero debió de estar tomada porque entendían que el candidato austracista ayudaría a eliminar las trabas que sufrían los grandes propietarios en la comercialización de sus excedentes agrícolas. Igualmente se sospecha que influyó el pleito judicial que existía entre el Marqués de Elche y esta villa para volver a ser de propiedad real. Las familias patricias ilicitanas eran defensoras de dicho retorno y estaban en contra de los abusos señoriales del marqués. Eran tiempos de grandes cambios socioeconómicos donde se estaban sustituyendo las viejas estructuras feudales por otras modernas.
Iniciada la guerra los ejércitos de Felipe de Borbón iban tomando plazas por el sur del Reino de Valencia, primeramente fue Orihuela y en 1706 le tocó el turno a Elche. En aquel año nuestro personaje cumplió 18 años, una edad llena de ilusiones y seguramente con sed de grandes aventuras. Él sabía que para obtener un título nobiliario se podía hacer de dos maneras, o comprándolo o haciendo reales méritos y las guerras ofrecían una muy buena oportunidad para ello.
Elche estaba defendida por sus vecinos, contingentes de otras poblaciones y por un regimiento irlandés formado por 200 hombres al mando del  general Robert Killigrew. Tras un breve asedio por las tropas francesas Elche capituló y fue saqueada. Según F. Castellvi, en sus Narraciones Históricas, varios fueron los que huyeron y de entre ellos Isidro, Juan y Pedro Vaillo de Llanos.
Llegada de la reina a Barcelona

Pocos meses después se libró la batalla de Almansa donde vencieron las tropas de Felipe V. La batalla fue sangrienta y una muestra de ello fue el destino de R. Killigrew, que anteriormente había defendido las murallas de Elche.  En el fragor de la batalla un español “le cortó la mano derecha de un golpe de través de su espada, luego por idéntica herida perdió la izquierda por otro tajo infligido por uno de la guardia real. Y aunque Galloway exhortaba al hombre a retirarse del combate, no lo pudo conseguir; más aún, ya en su desesperación, cogidas las riendas con su brazo izquierdo mutilado exhortaba a los suyos con gritos” finalmente “fue añadido a los que habían sido muertos en la carnicería, al montón de cadáveres, tras haber recibido una tercera herida en la cabeza”. Es así como se conseguían los méritos para optar a las grandezas, por ello fue enterrado en la abadía de Westminster.


Según avanzaba la guerra los austracistas iban perdiendo plazas importantes como Valencia, replegándose a lugares más seguros. Nos encontramos a Juan de Llanos en la Relación de los valencianos que dexaron el Reyno de Valencia para seguir a Carlos III”.
En Barcelona tenía su residencia el pretendiente Carlos de Austria desde 1705, lugar donde anunció su boda con Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel, una jovencísima y bella princesa alemana. Ésta viajó desde el centro de Europa a España para contraer matrimonio, desembarcando con la flota inglesa en Mataró. En la catedral de Santa María del Mar de Barcelona se celebró la fastuosa boda, tras la cual se lanzaron fuegos artificiales, hubo desfiles y donde se representó por primera vez una ópera en España. Entre los presentes a aquella boda real se encontraba el protagonista de nuestra historia a quien los recién casados le concedieron la llave capona, que es una llave “honoraria de gentilhombre de cámara del Rey, a quien se concede este honor sin ejercicio”.

Finalmente el archiduque Carlos de Austria perdió la guerra, abandonando la península en 1713, y con él un gran número de partidarios que apoyaron su causa. Seguramente don Juan abandonaría España por Barcelona rumbo a Italia, para pasar posteriormente a la corte imperial en Viena.
Carlos VI fue un rey muy agradecido y generoso con quienes le siguieron hasta el final y en prueba de su agradecimiento, en 1716, concedió el título de Conde de Torrellano a don Juan Vaillo de Llanos y Ferrer en el palacio de verano de Laxembug.  En el despacho donde se le ennoblecía, escrito en latín, se puede leer como en el momento de su nombramiento era camarero real y vemos por primera vez escrito Torrellano, refiriéndose a él como lugar “locum pronominatum Torrellano”. La guerra estaba perdida y el objetivo logrado, era el momento de regresar a su patria, quizás cansado de la contienda y de la política.
Por contra otros parientes siguieron con su rey como fue el caso de su tío Isidoro Vaillo de Llanos, que tras la guerra pasó a Nápoles donde el archiduque Carlos le concedió una paga. Posteriormente testó en Viena y creó un vínculo en 1732, año en que murió exiliado. Asimismo otro Isidoro Vaillo de Llanos (pudiera ser su hermano o su primo) fue nombrado ministro en la Barcelona de 1707.
Doña Isabel Cristina

Tras la guerra los bienes de los austracistas fueron confiscados con el fin de indemnizar las pérdidas de guerra. Los bienes del mayorazgo de los Vaillo de Llanos no fueron una excepción, y así fueron administrados y arrendados primeramente por el Marqués de Laconi, y posteriormente por la Hacienda Pública.
Tras la victoria de Felipe V se firmó el tratado de paz de Viena, donde se reconocían los títulos otorgados por ambos monarcas. Juan Vaillo de Llanos regreso a Elche recuperando su patrimonio y en 1728, mediante Real Cédula, obtuvo el reconocimiento de Felipe V como Conde de Torrellano. La presentación de su nombramiento en Elche como Conde no se pudo hacer hasta 1745, un año antes de morir.
El primer Conde fue un hombre pragmático que gestionó muy bien su patrimonio pasando de tener todos sus bienes confiscados a engrandecer aún más el vínculo familiar. Disponía de numerosas propiedades urbanas y almazaras. De las rústicas de secano podemos mencionar la hacienda del Barranco del Grifo, una cañada en Saladas, la hacienda con torre de la Cañada Ancha y la Cañadita. Pero sin ninguna duda el bien más precioso que poseía eran los hilos de agua que regaban los huertos de Elche.
Tenía varios huertos como los de San Francisco, El Cipreret, o el Hort de Baix, y el Molino Real, éstos últimos integrados en el Parque de Elche. De entre todos sus huertos destacaba uno por su alto valor económico y por su representación nobiliaria y era el huerto de la Torre de los Llanos (hoy Torre de Vaillo), torre donde se encontraba esculpido el escudo de su linaje. Es curioso saber cómo de entre todas la palmeras que tenía escogía una de ellas, la llamada “Pasquala”, para que todos los dátiles que diera fueran reservados para él.

Laxemburg

Finalizada la contienda el pleito antiseñorial de la villa de Elche contra su Marqués continuó para lograr que la villa dejara de pertenecer al marquesado y pasara a patrimonio real. En 1735 vemos como la pequeña nobleza local firmó, y entre ellos Juan Vaillo de Llanos, una petición asumiendo la defensa de la villa y su libertad “ya que no es un perjuicio temporal sino irreparable, perpetuo y sucesivo”.

Torre de los Llanos

En 1724 se casó con doña Clara Ortiz de Almodóvar y Beaumont y Navarra, teniendo tres hijos, Mariana, Francisca y Carlos, éste último será el segundo conde de Torrellano. Su mujer era 19 años más joven que él y provenía de una ilustre familia, muriendo a los 31 años.
Pocos días antes de morir don Juan Vaillo de Llanos, ya postrado en la cama con 58 años, testo dejando a sus herederos  uno de los más importantes vínculos del municipio, pero  también acordándose de sus criados más cercanos. Tras su fallecimiento se inventarió detalladamente todo su patrimonio y puedo decir que era impresionante.
Y estas han sido unas breves notas sobre la intensa vida de aquel primer Conde de Torrellano, un hombre que se involucró decididamente en la guerra de sucesión, de la que finalmente salió bien parado gracias a su pragmatismo, y que con el paso del tiempo dio nombre a nuestra partida.
Juan Francisco Mollá


Publicado en el Llibret de Festes de 2016


Isidoro Llanos








martes, 22 de diciembre de 2015

Los lances del Portichuelo

Tras el pronunciamiento liberal de 1820 comienza una nueva era de constitucionalismo en España, jurando Fernando VII a regañadiente la constitución de 1811.
Mientras tanto las potencias extranjeras ganadoras tras la guerras napoleónicas negociaron un nuevo orden internacional, donde vieron la necesidad de apoyarse entre sí ante el peligro que suponía el liberalismo, creando para ello la Santa Alianza.
En 1823 Fernando VII solicitó su ayuda para restablecer el absolutismo y en su apoyo se envió a los Cien mil hijos de San Luis, un gran y curtido ejercito francés dispuesto a ello. 
Comenzó así una cruenta guerra entre los liberalistas partidarios de la constitución y los realistas partidarios del absolutismo.
Los Cien Mil hijos de San Luis entraron en España apoyando a los realistas, oponiendo fuerte resistencia los liberales, pero conforme avanzaba el conflicto éstos últimos iban perdiendo posiciones y se fueron replegando hasta Cádiz, con el rey como rehén. Cádiz era una ciudad emblemática pues durante la guerra de la independencia fue la única que no fue conquistada por Napoleón. 
Los Cien Mil hijos de San Luis


Antes de que la ciudad de Valencia cayera en manos del ejercito francés su Milicia Nacional la abandonó con la consigna de defender Alicante, que era otra de las emblemáticas ciudades de liberalismo, quizás por su intensa vida comercial, al contrario que el resto de poblaciones de la provincia mas decantadas por la causa realista.
Pasaban los meses y el devenir de la guerra seguía sin ser favorable a los constitucionalistas y a mediados de julio de 1823 los realistas posicionados en Elche intentan crean un bloqueo sobre Alicante. No dudan en registrar todas las casas de campo de las partidas de Torrellano y El Altet, tomando todas las armas que allí se encontraban y prohibiendo a sus vecinos que entregasen o vendieran todo tipo de víveres a los sitiados, con la amenaza de las penas mas severas. Para dejar clara su intención varias partidas de soldados realistas recorrían regularmente dichas partidas imponiendo el miedo y el robo, como recogió la prensa “los facciosos robaron el 15 otro ganado en el partido llamado El Altet”  o como el 17 “en santa pola han robado a un labrador y arruinado su casa, llevándosele un ganado y las mulas de labranza”.
Ese mismo día 17 se informa de que en el ventorrillo de Torrellano se despliegan a 12 lanceros realistas, y como ya se encuentran 600 soldados en Elche.
La táctica de ambos contendientes era sencilla: rápidas salidas militares para hostigar al enemigo y vuelta a posiciones seguras. Aquello comenzó a parecer una correría de tropas entre Alicante y el resto de villas que la rodeaban en un tanteo de fuerzas.
Eso es lo que ocurrió el día 19 de julio, de Alicante salió una columna compuesta por 200 infantes y 12 caballos y se situó en lo alto del Portichol. La caballería bajó hasta el ventorrillo de Torrellano para hacer un reconocimiento pero al llegar hasta él fuero atacados por 16 lanceros realistas. Sorprendida la caballería por el ataque intentó subir hasta lo alto de la sierra, momento que se produjo una escaramuza. La infantería hizo fuego contra los lanceros matando a un caballo, siendo herido su jinete. Un jinete de la caballería liberal, al replegarse precipitadamente, cayó al suelo y fue hecho prisionero.
Al día siguiente volvió a ver otra correría. Unas partidas de  absolutistas llegan hasta el Barranco de las Ovejas, pero al salirle al paso las tropas del coronel Antonio Fernández de Bazán “se replegan los facciosos hacia el Portichuelo, donde una columna de infantería y caballería de ellos ocupaban las alturas sin esperar la batalla”. Una columna más sale de Alicante al mando de su gobernador Irribarren y al verlos los franceses se retiran siendo perseguidos hasta el aljibe de la legua. Finalmente los liberales optan por volver a la capital al no buscar batalla los absolutistas. Por la tarde de ese mismo día “volvieron los enemigos a situar una gran guardia en el Portichuelo”.
A principios de agosto llegan a Alicante por tierra la Milicia de Valencia, provenientes de Cartagena, escoltada por mar por siete faluchos y una polacra, al mando del intrépido y joven Joaquín de Pablo y Antón, alias “Chapalangarra”, nombrando comandante general de la provincia.
Los ataques, contraataques y repliegues no cesaban por ambos contendientes. Pero el día 16 de septiembre de 1823 se dio un importante golpe. De la villa de Elche salió la tropa francesa en una maniobra táctica dejando en la villa tropa realista nacional. Es el momento que aprovecha el comandante general De Pablos para enviar una columna compuesta por 2.500 infantes y 100 caballos. Entró en Elche por el camino de la ermita de San Antón y allí es cuando comienzan a enfrentarse a los realistas con dureza, incluso con atraques a la bayoneta, y al frente Chapalangarra con el grito de “!viva la constitución!”. Continuaron su entrada al pueblo donde eran atacados desde los tejados y ventanas de las casas, dejando atrás muertos en las calles logrando llegar al puente que une las dos orillas del rio y que es el camino de Orihuela a Valencia. Les fue imposible cruzarlo pues eran constantemente atacados por la artillería que disparaba a metralla, así que se decidió que un batallón cruzara el Vinalopó por la izquierda y ocupara el Arrabal.  

Chapalangarra


Una vez tomada la barriada los realistas abandonaron la artillería que impedía el paso por el puente, ocasión que aprovechó Chapalangarra para lanzar su caballería y “la dispersión se hizo entonces general, huyendo cobardemente, arrojando, para correr más, fusiles y cartucheras, y salvandose en la sierra”.
La perdida del enemigo fue de 60 muertos, pero el verdadero golpe fue el psicológico pues con el ataque se tomó por poco tiempo Elche, permitiendo a los liberales que se apoderasen de alimentos y material militar.
Se organizó un convoy de regreso a Alicante compuesto de 50 prisioneros, varias piezas de artillería, con sus tiros y municiones, 68 carros de trigo, 50 piezas de paño, 600 pantalones cortados, 100 fusiles, sables y cartucheras. A su entrada se escribió la siguiente crónica: “!Honor y gloria á las valientes tropas y gefes, que han sabido en quince horas, andar diez leguas pelear y triunfar!. Los libres son capaces de tanta heroicidad: para los esclavos solo hay afrenta y vilipendio”.
Sin embargo el devenir de la guerra fue demoledor para los constitucionalistas. Se fueron perdiendo importantes posiciones y finalmente se rindió la emblemática Cádiz, siendo liberado Fernando VII por los franceses el 1 de octubre.
A Alicante no le quedó mas remedio que capitular ante el comandante Vicent Foullon de Doué, y la Milicia Valenciana fue de “los últimos que en cumplimiento de nuestro juramento batallábamos en España”.
Chapalangarra huyó por mar a Gibraltar donde siguió su intensa actividad política y militar lo que le costó finalmente la vida en 1830 al entrar en España por Navarra para preparar un intento de sublevación.
Los milicianos se desarmaron y regresaron a sus hogares en Valencia, escoltados por el Regimiento número 4 francés, se les garantizó su condición de militares y un pasaporte, pero fueron represaliados y su bandera coronela fue condenada al destierro en la isla de Tabarca. Finalmente pudieron “abrazar á los padres, esposas é hijos” y 1834 fue entregada de nuevo la bandera a la valiente Milicia Valenciana.
Las ironías del destino llevaron a que Fernando VII no tuviera hijos varones y promulgara la Ley Sálica. Ello permitió reinar a su hija en perjuicio de su hermano, el infante don Carlos. Tras la muerte del monarca su esposa María Cristina se apoyó en los liberales para poder asegurar el trono de la futura Isabel II y esto dio un giro histórico a España, asegurando una monarquía constitucional y el fin definitivo del absolutismo.

Publicado en El Crisol


miércoles, 5 de agosto de 2015

Ciprés centenario

Artículo sobre el ciprés centenario existente en Torrellano. Raúl Agulló.

http://www.campdelx.es/el-cipres-bicentenario-de-torrellano-elx/

domingo, 2 de agosto de 2015

Lo i Quiles

Gracias a Raúl Agulló tenemos un nuevo artículo dedicado a Lo i Quiles, una de casas mas importantes de Torrellano. Espero que sea de todos interés.



viernes, 12 de diciembre de 2014

El soldado Segarra


A lo largo de este año se ha conmemorando en centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial. Todo comenzó con el asesinato, a manos de un joven nacionalista serbio, del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, el día 28 de junio de 1914. A partir de ese momento se sucedieron una serie de declaraciones de guerra entre los distintos países que formaban las dos alianzas en que se dividía Europa, por un lado Alemania, Austria y Turquía y por otro Francia, Reino Unido y Rusia. 
En un principio los contendientes pensaron que la guerra sería corta, basada en el avance de la infantería. Pero las nuevas armas automáticas, la potente artillería y las armas químicas, todas ellas nacidas en el seno de la revolución industrial, obligaron a replantear la guerra. Los soldados no podían avanzar ni luchar contra aquel destructivo armamento, así que se vieron obligados a excavar profundas trincheras para guarecerse.
Así es como comenzó un nuevo tipo de guerra de desgaste, donde para conquistar unos pocos metros de terreno era necesario el ingente sacrificio de jóvenes soldados, donde lo importante era hacer retroceder al enemigo a cualquier coste humano. Como máximo exponente de ello fue la batalla de Verdún, también conocida como la máquina picadora de carne,  en ella cientos de miles de soldados de ambos bandos fueron enviados a un continuo y estéril avance hacia el enemigo, hasta ver quien quedaba totalmente extenuado. 

Voluntarios españoles en la Gran Guerra

España quedó al margen de la contienda, declarándose neutral, de esta neutralidad sacó provecho económico al proveer todo tipo de materias primas a los contendientes. No obstante la sociedad española se encontraba dividida entre germanófilos y francófilos.
Muchos fueron los voluntarios españoles que se alistaron en la Legión Extranjera para defender a Francia. Uno de estos fue un joven torrellanense llamado José Segarra Méndez. Se sabe muy poco de él, se conoce que estuvo en el frente todo el tiempo que duró guerra y que fue herido en cinco ocasiones, tres de gravedad y dos levemente. En reconocimiento a los actos heroicos que realizó en el campo de batalla fue condecorado con la Croix de Guerre y con L’Insigne des Blessés. Tras su vuelta a España realizó el servicio militar en nuestro país, concretamente en el arma de artillería.
En 1921, en Alicante, se celebraron diversos actos conmemorativos del tercer aniversario de la firma del armisticio que puso fin a la Gran Guerra. Consistieron en una solemne misa en la concatedral del San Nicolás, en honor a los soldados que murieron en dicha guerra, y donde se cantaron diversos himnos como “Hymne aux morts” o el “Requiem”. 


Posteriormente se celebró un banquete en el Club de Regatas donde asistieron el Cónsul de Francia, el Vice-Cónsul de Bélgica, el Cónsul de los Estados Unidos, la comunidad francesa en Alicante, diversos españoles francófilos y representantes de la prensa. Especialmente invitado a la conmemoración estuvo José Segarra, en representación de todos los voluntarios españoles que participaron en la contienda para defender a Francia.
Nuestro condecorado convecino se sentó en la mesa de honor, donde se pronunciaron diversos discursos ensalzando la abnegación y el sacrificio de todos los aliados, de los legionarios y, en particular, del valiente comportamiento del condecorado Segarra. Finalmente se realizaron diversos brindis y sonaron los himnos de la Marsellesa y la Marcha Real.  La conmemoración duro hasta las dos de la madrugada.
La verdad es que viendo como discurrió aquella sangrienta guerra, fue un verdadero milagro que aquel torrellanense volviera sano y salvo de aquellos campos de batalla.